Que tus latidos
acallen mis palabras
Que tus caricias
aturdan la perspicacia
Que tus palabras
me den abrigo
o arrebaten mi atuendo
según necesite el alma
y que tu presencia sea
como ese mar calmo
dónde me permito flotar
en la constancia
contenida
en plenitud
sin límites
expandiéndome
s i e m p r e
Que mi presencia sea el don con la lanza
que al terminar la batalla te regocije con su atuendo de cota de malla y de pieles de bestias,
que te acobijen en la noche bajo la luz de las estrellas y el resplandor de una fogata incandescente. (M.R. El Interventor Enc.)
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